martes, 16 de agosto de 2016

Hefesto

Es el dios del fuego y de la metalurgia, tiene patronazgo sobre los metales. Es hijo de Zeus y Hera o bien, sólo hijo de Hera, que lo trajo al mundo mediante un contra milagro por el nacimiento de Atenea. Hefesto era el artesano de los dioses y les fabricaba armaduras, armas y joyas; se creía que su taller estaba bajo el monte Etna, volcán siciliano. Está casado con Afrodita y con Áglae, la más bella de las Cárites, aunque a diferencia de la mayoría de los maridos divinos, raramente fue licencioso. Hefesto era bastante feo, y estaba lisiado y cojo. Incluso el mito dice que, al nacer, Hera lo vio tan feo que lo tiró del Olimpo y le provocó una cojera. Tanto es así, que caminaba con la ayuda de un palo y, en algunas vasijas pintadas, sus pies aparecen a veces del revés. En el arte, se le representa cojo, sudoroso, con la barba desaliñada y el pecho descubierto, inclinado sobre su yunque, a menudo trabajando en su fragua. La apariencia física de Hefesto indica arsenicosis, es decir, envenenamiento crónico por arsénico que provoca cojera y cáncer. El arsénico se añadía al bronce para endurecerlo y la mayoría de los herreros de la Edad de Bronce habrían padecido esta enfermedad. En el panteón olímpico, Hefesto estaba formalmente emparejado con Afrodita, a quien nadie podía poseer. Hefesto estaba contentísimo de haberse casado con la diosa de la hermosura y forjó para ella magnífica joyería, entre ella un cinturón que la hacía más irresistible aún para los hombres. Sin embargo, Afrodita se entregaba en secreto a Ares, el dios de la guerra, según se narra en la Odisea. Cuando Hefesto tuvo noticia de estos amores por Helios, el sol, que todo lo ve, tejió una red de oro irrompible casi invisible con la que atrapó en la cama a los amantes en uno de sus encuentros. Hesíodo cuenta que el suceso fue motivo de gran algarabía en el Olimpo, pues Hefesto llamó a todos los demás dioses olímpicos para que se burlaran de la pareja de amantes. Hermes, el Argifonte, el mensajero de los dioses comentó que no le habría importado sentir tal vergüenza. Hefesto no quiso liberarlos hasta que prometieran terminar su romance, y así lo hicieron, pero escaparon ambos tan pronto como levantó la red Hefesto, y no mantuvieron su promesa. Perteneciente a la segunda generación de olímpicos.

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