Hijo
de Zeus y Maya, es el dios de los comerciantes y ladrones, puede dar riquezas,
con honra o sin ellas; en estas funciones destaca por su astucia, picardía y
sagacidad, recibiendo el título de Polytropos (El de muchos engaños); es el
dios de los ganados (Crióforo,
o Moscóforo). Hermes se deleita en las asambleas de los hombres y en las
deliberaciones de ellos, porque también es un dios de la elocuencia, tanto en
prosa como en verso; se convirtió en el patrón de los intérpretes y traductores
(la hermética, el arte de traducir e interpretar, está obviamente relacionada
con él). Es, asimismo, el dios especial de los hombres jóvenes, y protector de
los gimnasios y estadios (Agoraios). Como dios de los caminos era adorado en
forma de un montón de piedras (hermas o hermai) que se ubicaba a un lado de las
carreteras. Tampoco cesa su relación con los humanos cuando éstos mueren,
porque Hermes es también el Guía de las Almas (Psicopompo) en la travesía que
las lleva al tenebroso Hades; pero incluso así nunca es un dios sombrío y
terrible, sino más bien cortés y amistoso. Pero su carácter principal es el
de servidor y
mensajero particular de Zeus, y en calidad de tal aparece, llevando el sombrero
ancho (petasos) con el que los viajeros se resguardaban del sol, sandalias
aladas y el bastón de heraldo (kerykeion, caduceus, caduceo; o varita mágica,
con serpientes enrolladas y alas en la parte superior). En el primitivo arte
griego, se representaba a Hermes como un hombre maduro y barbado; en el arte
clásico, como un joven imberbe, atlético y gracioso (ephebos, efebo); más
adelante, en la época helenística, aparece de nuevo con barba de mago, como
Hermes ("tres veces grande"), asimilado al dios egipcio Thoth.
Los romanos identificaron a Hermes con Mercurio,
el dios local de los comerciantes y sus mercancías (merces). Pertenece a la
segunda generación de los dioses del olimpo.
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